El diario El Público incluye hoy en sus páginas culturales un artículo de Carlos Pardo sobre la publicación en España del Libro de jaikus:
Kerouac, un beat con espíritu jaikín
"Los beats estaban llamados a subvertir los principios del gran imperio norteamericano para recordarle a USA sus orígenes exploradores: de la naturaleza, de la vida sin dogmas, del inconsciente. Haciendo caso del verso del gran Walt Whitman, los beats utilizaron su cuerpo y su espíritu como campo de pruebas de la contradicción: "¿Me contradigo? Sí, me contradigo, soy infinito, contengo multitudes".
Síntoma o resultado de estos vagabundeos del Dharma, de los infiernos y paraísos exteriores e interiores de las sustancias psicoactívas, los beats se pusieron rumbo a oriente. Alien Ginsberg a la India, Gary Snyder a Japón y Jack Kerouac, el padre del movimiento, el de prosa más fluida.
Pero Kerouac sólo llegó hasta México. Por lo menos su cuerpo, porque espiritualmente frecuentó los espacios vacíos de la galaxia budista y miró la realidad norteamericana con la ligereza de un jaflán, el escritor de jaikus.
De la mano de uno nuestros mejores poetas actuales, Marcos Ganteli, la próxima semana se publicará una selección de los jaikus de Kerouac. El autor de En el camino o Los subterráneos fue un poeta que "escribe largo en líneas, párrafos y páginas, muchas páginas", como le reconocen los millares de lectores de una obra con un estilo siempre solvente, intrépido y sin hacer remilgos a las contradicciones de la realidad, una escritura como un flujo musical. Pero ese gusto por la contaminación espiritual. Tan beat y tan de poeta moderno, se aprecia también en sus "poemas en verso corto". Este Libro de Jaikus (Bartleby Editores) da la razón a Dylan cuando afirmaba que Kerouac era el primer poeta que le había hablado en su lengua.
Espiritualidad nipona
Las más de doscientas páginas de Libro de jaikus contienen algo más que una copia yanqui de una retórica oriental. A Kerouac no le interesan los rigores de la métrica que convierte a cualquier escritor de ratos libres en jaikín. Si el jaiku se compone de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, eso le importa poco, hay muchas diferencias entre el sistema vocálico nipón y el inglés como para intentar traducir sólo la fórmula. A él le interesa más bien un trasvase espiritual, aunque respete los tres versos.
Para eso hay que tener claro qué es un jaiku, o más bien qué no es: no es un ejercicio intelectual, no es una metáfora, ni un desahogo del yo... ¿Qué queda? Una mirada breve y directa sobre la realidad, la chispa de una imagen irrepetible. El resultado son instantáneas que destacan las paradojas de nuestra percepción: humor y vitalismo. Kerouac supo conjugar dos realidades aparentemente distintas, pero extrañamente conciliables: la ligereza de la escritura oriental con la brevedad caótica del mundo moderno".
Carlos Pardo
El Público
9-11-07
No hay comentarios:
Publicar un comentario